Premio Chamigo para Bordoli

By P.P.

No es que creamos que un match de la primera ronda del Challenge merezca el interés de los lectores golfetas, pero las cirsunstancias en que se dio esta contienda tal vez sí. En tiempos de especulativos Carusos Lomardis y ventajeros Lances Armstrongs, el duelo Bordoli-Poncini fue un canto al amateurismo más puro. ¿Cómo sería un canto al amateurismo? “Ooooohhhh amateurismo, oooohhhh amateurismo purooooo…”. No, mejor sigamos con la crónica.

Hoyo uno de San Martín, par 5. Después de sendos buenos drives, segundos y terceros golpes, tanto Poncini como Bordoli alcanzan el green en regulación. Presagio de match de alto nivel. Pero no. El tri-putt de Bordoli es igual a bogey. Y el cuatri-putt de Poncini, doble bogey. Coco uno arriba. De ahí en más ya no habría esperanzas de gran golf pero sí una contundente demostración de compañerismo y buena onda.

Sigamos por un momento con el tema específicamente golfístico. Una catarata de bogeys más algún par de Coco I eran argumentos suficientes para amenazar con una goleada histórica a PP, a quien la cadena se le salió hace unos meses y parece estar difícil de poner. Después del hoyo 5 Bordoli ganaba por 4, después del 8 por 5 y después del 10 por 6. Esto se acababa en minutos y por paliza.
Pero allí afloró toda la buena onda de Bordoli, quien con una serie de consejos le permitió a su rival achicar diferencias y permanecer con vida algunos hoyos más. Los más reglamentaristas dirán que lo de las recomendaciones no es correcto (la verdad no tengo idea). Los más competitivos dirán que Coco es un boludo. Y los más turros opinarán que igual PP ya estaba desahuciado. Pero en la redacción de golfetas.com creemos que Coco honró como pocos el espítitu de caballerosidad del golf y los códigos de amistad de este grupo que integramos. Por eso el Premio Chamigo, en la primera jornada del campeonato Golfeta, es para él.

El hoyo 11 de San Martín es un par 3 de algo más de 200 yardas. El golpe de salida del hombre de La Caja pega en la copa de un árbol y se detiene unas 50 yardas antes del green. Poncini, híbrido en mano, escucha el primer sabio y desinteresado consejo de su contrincante: “Pegale con el drive PP”. El oriundo de Castelar cambia de palo, la pone en el green sin mayor esfuerzo y hace par. Bordoli 5 arriba. Una bola al agua de Coco en el hoyo 12 le permite a Poncini achicar uno más y ponerse a 4. Y llegamos al 13. Coco, después de un tiro de salida interrumpido por un árbol, pega un segundo golpe espectacular desde unas 220 yardas, por encima de una frondosa arboleda, para dejar la bola a escasos dos metros del green. Poncini, desde mejor ubicación, se apresta a tirar por encima de la misma arboleda cuando Coco lo interrumpe. “A dónde estás apuntando?”. “A la bandera” responde PP sin titubear, con la misma seguridad con la que Phil Mickelson le habla a su caddie cuando inventa alguno de sus tiros mágicos. Aunque Poncini tiene tanta magia como ese Mago del fútbol del comercial de Gatorade. “Apuntá un poco más a la izquierda, te sacás de juego el bunker y las parte más alta del monte”. Poncini obedece y el resultado es un nuevo green en regulación y otro par. Bordoli, que se va con bogey, ahora lidera sólo por 3. Podría regodearme relatándoles el hermoso approach de 100 yardas que picó a un metro de la bandera yseguido por el preciso putt en caída de Poncini para empatar el hoyo siguiente, pero mejor no porque no hace a la historia de este post.

El macth terminó cuando Coco ganó el hoyo 15 y estableció así una diferencia de 4&3. Que tranquilamente pudo haber sido 8&7 de no mediar algunas muy buenas recomendaciones de Bordoli, quien ayudó a Poncini a jugar sus mejores 9 hoyos en un largo rato y a terminar la jornada con una muy buena sensación, un tema para nada menor cuando falta menos de un mes para el último major de la temporada. Dicen que en el bar Poncini le pidió a Bordoli que se baje de la Silver y que viaje a Mar del Plata pero como su caddie. Y nuestro corresponsal en San Martín -que además de golf cubre policiales- asegura haber visto a Bordoli meditar ante lo que habría sido una interesante oferta, aunque como habitualmente ocurre en estos casos no trascendieron cifras.