18 de junio de 2010

"Ser uno mismo en el golf"

Podría decir que en este preciso momento, mientras escribo estas primeras palabras, estoy en algún lugar de Sudamérica, sentado en la clase ejecutiva de un 767 de Aeroméxico que me lleva a la Ciudad de México, para luego tomar una conexión a mi destino final Cancún. “Prepará la valija porque te venís conmigo a la KickOff meeting, en Cancún entre el 15 y el 20 de Junio” me había dicho hace unos días mi jefe.

Mis pensamientos fueron dos. “No puedo creer el orto que tengo”, fue el primero. “No voy a poder jugar ese fin de semana” fue el segundo.
Podría decirse que en este momento me estoy tomando un te de manzanilla, (Cachamai parece ser una palabra muy graciosa para las aeromozas mexicanas), después de haberme animado a un atrevido “Plato de frutas y quesos”, que debería estar más prohibido que encender aparatos electrónicos durante el despegue. Créanme.

Pero la realidad es que eso no está pasando en este preciso momento, ya que todavía me falta terminar esto, conseguir conexión, alguna foto digna y finalmente publicar, para que luego, cuando estén al pedo en la oficina se acuerden de entrar a Golfetas a ver si hay alguna nueva boludez publicada. Acá la tienen… De nada…
Este es el primer momento que encontré para subir este post, mientras trato de despertarme y por la ventana me encuentro con esta horrible vista.

Lo que sí puedo decir es que entre el despegue y la cena intenté leer un libro que me regalaron que se titula: “SER UNO MISMO EN EL GOLF”.
Como si el título no fuera ya lo suficientemente alarmante, la tapa agrega un “Baje el hándicap de su vida, juegue mejor al golf, y sea más feliz”

El regalo me lo hizo una amiga periodista, a la cual le suelen llegar todo tipo de mierdas, y ella, consciente de no estar haciendo un gran aporte a mi biblioteca, me lo hizo llegar.
De buena encuadernación y papel, este ensayo no debe bajar de los 70 mangos en cualquier librería, pero como se puede adivinar 2 lineas más arriba, yo arriesgaría a que uno no lograría terminar de leerlo ni aunque le paguen 70 mangos.

En dos líneas que al pie de la tapa rematan el contenido de las 193 páginas impresas en papel satinado, se lee: “La técnica de meditación oriental aplicada al golf. Vivir y jugar desde el alma”
Parece ser que un tal Dr. Alberto Loizaga es amigo de otro tal Hernán Cruz Dubourg, y que entre uno y otro whisky, se les ocurrió la idea de transmitir sus conceptos a todos nosotros, los pobres mortales que somos incapaces de dominar la mente durante una vuelta de golf.
El Dr. asegura haber empezado a jugar a los 50 pirulos y que en poco tiempo llegó a un hándicap de 8 golpes. Creer o reventar, pero creo que para el caso es lo mismo.

Es probalbe que el Dr. o Hernán Cruz terminen leyendo este post ya que google está indexando demasiado bien, y que las combinaciones de palabras que estoy citando deben ser poco frecuentes. No creo que la combineta “Alma + Golf + Dubourg” pueda arrojar ningún otro resultado que el link a este post de Golfetas, pero bueh, espero que sepan entender la crítica, o más bien este consejo limitado única y exclusivamente a mis amigos Golfetas. No lo compren, no lo lean, no lo regalen. En todo caso prometo llevarlo a la próxima silver sea para reírnos un rato.
Para cortar un poco con este despiadado rol de crítico literario que se me antojó interpretar para matar las horas de este vuelo me voy a permitir rescatar el único concepto que me resultó interesante.

Muchas veces hemos despotricado y discutido cuando alguien nos distrae en pleno golpe, ya sea hablando (O mucho peor aún, susurrando) o moviéndose. Bueno, sabemos que estas cosas molestan inclusive a tipos tan fríos como KJ CHOI, así que no hay fórmulas mágicas y el principal consejo es, “Mientras tu amigo pega, cerrá el pico, quedate quieto, y limitate a mirar la pelota” Pero de todas formas me gustó una comparación que hizo el Dr. y que podría ser un buen consejo para todos a la hora de ejecutar un golpe. Me niego a citarlo textual, pero dice algo así como que uno tiene que aferrarse a lo que ensayó y sabe que es capaz de hacer, de la misma forma que un actor interpreta una obra de Shakespeare ante una audiencia que inevitablemente murmura, tose, se mueve y hace crugir las sillas. Uno tiene que terminar el swing, sin importar lo que pase, y tiene que terminarlo bien. Nunca se ha visto a un actor interrumpiendo Hamlet en medio del parlamento del “to be or not to be”, tirar la calavera al carajo y gritar “Me cago en tu alma, pelado, dejá de toser que estoy hace 2 minutos tratando de concentrarme!”

Los tipos logran abstraerse a lo que tienen ensayado y terminar lo mejor posible. Para imitar, no?

Es lo único que pude extraer de las casi 80 páginas que leí, algo es algo.

Ah, Dr. no se chive…

5 comentarios:

Bob dijo...

A mi me lo regalaron en Navidad del año pasado. No llegue a la pag 80, a pesar de haberlo llevado de vacaciones. Durante un tiempo subsistio en mi mesa de luz, como recordatorio de las cosas inconclusas. Luego fue exiliado al tipico cuarto junta mugre, en transito hacia el tacho de reciclado...

Anónimo dijo...

Ahh ja, muy bueno DP3... Estaba buscando ejemplos para venderte como escritor y lei este que nunca habia visto.

Anónimo dijo...

No paja soy yo Guido!!! HA HA

Anónimo dijo...

Si no lo entienden simplemente les digo hay un momento para todo.La vida no es tan corta como dicen y siempre da oportunidad.

MRC dijo...

Después de leer este vomitado de pensamientos desordenados, que me dan más información del "ANONIMO" que los liberó, que del libro mismo; me quedo pensando que me gustaría leer una BUENA crítica donde se fundamente lo que se dice, en lugar de indicarle al lector que hacer como si fuese un niño de 2 años.