Pocos días atrás un grupo de golfetas viajamos 400 kilómetros para seguir alimentando la maravillosa tradición de la Silver Sea Invitational. En realidad viajamos para jugar al golf y pasarla bien, pero de paso hicimos eso que decía de la tradición. Más allá de los cambios en la cancha, más allá de las ausencias (siempre las hubo), más allá de la bondileta perdida e incluso más allá de haberle dado la espalda a Viento en Popa. Claro, se viene Macri y los bodegones portuarios ya empiezan a ser cosa del pasado. Pero mejor dejemos la política de lado. La Silver empezó con Cristina presidente, seguirá seguramente con Mauricio y esperemos que aún permanezca firme el día que Del Caño llegue a la Rosada. Ah, y si me permiten volver por un momento al tema bondileta, mi bolsa aún conserva dos lindos agujeritos como recuerdo de su óptica trasera izquierda. Se me pianta un lagrimón.
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| Depetris, Poncini, Febré, Bolado, Culasso Moore, Cimadevilla, Bordoli, Zbikoski, "Conejo", Foglia y Castro Martínez. |
Me gustaría empezar esta crónica acerca de la SSI 2015 enfatizando que es la segunda vez que nos alojamos en el house del club. O en el monasterio. O en la casa del terror. O como prefieran llamarle. Y esto ya empieza a convertirse también en una interesante tradición en sí misma.
Así como anteriores SSI empezaban en el instante en el que todos subíamos a la bondileta, yo diría que la edición 2015 comenzó con el encuentro de los distintos grupos de viajeros en la YPF ubicada en la zona de Dolores. La YPF que recuperamos para todos y todas (perdón, por un instante me dejé llevar). Coco y el que suscribe llegamos a bordo de mi auto chocado. Inmediatamente después Gaby y Guille bajaron, cual dúo cómico, del Fitito posmoderno de este último. También llegaron Mariano, Gastón y Javier F en el auto de alta gama de Cimadevilla. Y Guido con Penano en la camioneta de Javier Z, quien no se nos unió para los cafés y medialunas porque llegaría recién al día siguiente en avión. ¿En un avión de la también recuperada Aerolíneas? No estoy seguro, pero supongo que sí.
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| Nuestra casa durante el 6, 7 y 8 de noviembre |
Un par de horas después de los cafés en la YPF, llegaron los fideos en el Mar del Plata Golf Club. Y un rato más tarde, la inigualable emoción del tee del uno. Mientras la primera línea, integrada por Coco, Guido y eu, salía muy distendida a enfrentarse al siempre difícil campo de Playa Grande, atrás nuestro la cosa venía aparentemente más tensa. Ya desde lejos se podía apreciar que los jugadores no conversaban demasiado, no se reían nunca e incluso luego supimos, según fuentes confiables, que se generaban conflictos acerca de cuáles eran las áreas donde el terreno en reparación ofrecía liberación sin multa. Incluso se comenta que en el bar del 9 dos golfetas se tomaron a golpes de puño disputándose el último sánguche de salame y queso que quedaba. La Silver es el major más importante del alicaído calendario golfeta y los nervios están a flor de piel.
En la primera jornada Castro Martínez tomó el liderazgo -que nunca abandonó- siendo el único jugador en terminar bajo par. Sin embargo no paraba de repetir que había cometido algunos errores. Pero quién sos Penano!? Tiger año 2000!? Lo siguieron de cerca Bolado y Depetris, mientras que todos los demás quedamos bastante lejos. El hermoso día terminó con whisky y Grillo por TV, en la magnífica sala de juegos ubicada en el subsuelo del castillo. Después de cenar unos ricos pescaditos en el coqueto restó al que nos llevó el único Foglia presente.
| Esos Bermudas dieron que hablar... o |
Para el segundo día se sumó el Bicho, quien fue multado con el último lugar de la grilla por llegar tarde. Y menos mal! Porque fue justamente el ex dueño de la bondileta el único en hacer un score bajo par, que no le alcanzó para mucho porque traía unos cuantos golpes de lastre. Párrafo aparte para mí mismo, si se me permite. Y si no se me permite me chupa un huevo. A pesar de cagarla a palos en los últimos tres hoyos me la rebusqué para hacer +3, mi mejor actuación en la Catedral. Los drásticos cambios hechos en el swing –si es que eso se podía llamar un swing- van dando resultado. Los tres de arriba se habían separado del resto, así que se mantuvieron en el podio provisional. Sólo que algunos nos acercamos un poco. Penano continuaba siendo el líder, Gastón había escalado a la segunda posición y Guille estaba tercero. A la noche nuevamente hubo whisky y PGA en 50 pulgadas, pero además hubo duelo de billar entre algunos rústicos.
Llegó el día final. Los últimos 18, con un sol tan brillante como en los primeros 36 y con un interesante viento del norte que le complicarían los últimos hoyos a todo el mundo. Hay que decir que a la definición le faltó emoción, porque Castro Martínez no vio peligrar su posición de líder en ningún momento. A pesar de todos los intentos por ponerlo nervioso que varios turros hicieron desde la noche anterior, el tipo se mantuvo firme, como diciéndonos a todos “yo ya estuve en esta posición y sé lo que es ganar una Silver”. Mierda carajo! El podio quedó para Bolado -ganador de los últimos 18- y para Depetris, que en el final de su vuelta hizo un intento infructuoso por regalarme el tercer lugar del podio.
| Leave the Gun, Take the Canolli |
Se fue otra Silver. Que no fue sólo golf, obviamente. Nos quedamos con los desayunos, las picadas y las cenas compartidas. Con la inexplicable tradición de los canolis en la que probablemente sea la peor heladería de la provincia de Buenos Aires. Y con las charlas sobre pasado, presente y futuro del universo. Las cabelleras son cada vez menos tupidas, el combo canas/arrugas va en aumento y el estado físico del grupo empeora año a año. Pero la Silver sigue. Esperemos que por los siglos de los siglos. Amén.

