"Todos los huevos están puestos en esa canasta", advertía el lunes Gastón Depetris en el bar de socios del club, antes de salir a jugar la última ronda, sabiendo de la baja médica de Roberto Domecq (con diagnóstico de bursitis en el codo izquierdo) para los últimos 18 hoyos. Bob y Lucho estaban en la pelea en sus respectivas categorías; Castiella (+2) venía segundo a solo un golpe del líder y era una pila de nervios: fumaba, tiraba pelotas, caminaba del tee del 1 al Club House ida y vuelta. No sabía qué hacer para calmar su ansiedad. Febré intentaba calmarlo de entrada, con poco éxito.
Gestos antideportivos en el tee del 7: Basile aprende rápido los vicios golfetas.Lucho peleó cada bogey y cada doble bogey. Nunca se entregó. La vuelta fue casi un calco de la ida. Tres doble bogeys y un bogey en el arranque se parecían demasiado a los nubarrones de la tormenta que ya amenazaba sobre nuestras cabezas. Corazón y garra y dos pares seguidos, trajeron una tanquilidad pasajera. Porque en el 16 apareció la lluvia y se nos venía la noche. Pero Lucho luchó. Peleó el doble bogey en el 16 e hizo lo propio en el 17, para coronar la ronda con un par en el 18. Y tanta entrega tuvo su premio.
Nunca perdió su compostura y además lució un modelo diferente cada uno de los tres días (pantalón y remera) que lo ponen en la carera por el premio metrosexual de la próxima Silver Sea Invitational.
El gastronómico y el Capitán Beto posaron para Golfetas.com al finalizar su segunda ronda al borde de la terraza del Club House y expresaron sus buenos deseos para nuestros créditos: "Si no gana uno de nosotros, esperamos que sea uno de los de ustedes", expectoró el sindicalista en un gesto que lo enaltece.
Es que siempre hay un golfeta que da la nota, en El Veranito de San Andrés.
