Cada uno de los 16 invitados a la Silver Sea Invitational,
saben que ya no pueden hacer nada más. Como si fuera un Jueves Santo, el día de
hoy se reserva para el descanso y la concentración. No es sabio salir a jugar.
Nada se puede cambiar el último día, y por otra parte, aceptémoslo, a ninguno
le da el físico.
Seguramente algunas tareas menores estén sucediendo en este mismo momento. Alguno estará sacándole lustre a sus herramientas, algún otro estará marcando sus pelotas, y algún otro puede que esté bailando la danza del clima, rogando que los dioses le tengan piedad y lo dejen jugar en las condiciones que más lo favorezcan. Iluso aquel.
Los más “experientes” (como decía el gran Paulo Silas) saben
que hay que ponerle el pecho a lo que venga (y si el pecho está abrigado mejor)
y que sólo ganará aquel que sobreviva a cada una de las
rachas y aproveche los momentos de la calma chicha.
Algunos, conociéndose, optaron por la táctica de Ben Stiller
en Loco por Mary, y prefirieron una descarga previa que les quite las
ansiedades para llegar más relajados. La descarga previa fue ni más ni menos que una vuelta de práctica anticipada. Otros, de cabeza más fría, focalizan sus
pensamientos en la ruta 2 o en los mariscos del puerto, haciendo de cuenta que
la parte golfística es la menos importante. Hasta hablan de Rugby. Son
tácticas, y todo está permitido.
Algún otro probablemente sucumba a las drogas para lograr
dormir esta noche, cosa que este tour no sancionaría, pero tampoco aconseja.
Hay que estar bien lúcido cuando uno entra a la Catedral, y una vez que sale
habrá que esperar otros 12 meses.
A disfrutarla!
